Columnista Invitado
Ricardo Doylet
¿INTERVENCION
vs INTOCABILIDAD?
La historia de
denuncias de intervención a las Federaciones Ecuatorianas o al Comité Olímpico
Ecuatoriano no es nueva. Ni siquiera la suspensión de Ecuador en el Comité
Olímpico Ecuatoriano sería algo nuevo de contar para Danilo Carrera.
Luego de 20
años de presidencia de Sabino Hernández en el COE, un día de noviembre de 1996
desembocó en la elección del Ing. Jacobo Bucaram como su sucesor. Supuestamente
la voluntad de las Federaciones Nacionales así lo había decidido.
Se vino un período
de convulsión política, la caída de un Presidente de la República y
aparentemente con esos hechos también se vino, liderada por el economista
Carrera, la idea de que las federaciones al momento de la elección habían sido
presionadas desde el gobierno para elegir a Bucaram en el COE.
Aún no se
terminaba de secar el sudor de la camiseta con la que Jefferson Pérez ganaba para
nuestro país el mayor logro de nuestra historia deportiva, cuando las
federaciones nacionales se auto-convocaban a principios de agosto de 1997 para
cambiar la decisión de noviembre, desnudando entonces la realidad de que los
dirigentes iban a cambiar junto al nuevo rumbo político que había tomado el
país.
Luego de decidir
que Bucaram había ganado la Presidencia del COE debido a influencias del
gobierno de su hermano, las Federaciones procedieron a designar como nuevo
mandatario al entonces Presidente de la Junta Monetaria del Ecuador, economista
Danilo Carrera.
Fue
cuando el COI, ante la presencia de 2 personas que se atribuían la Presidencia
del COE, decide “suspender provisional e indefinidamente, y con
efecto inmediato, al Comité Olímpico de Ecuador (COE)”
El COI expresó en aquella oportunidad que el inconveniente del COE era «un
problema local en el que no debe interferir y que debe ser resuelto en el
propio país y por sus organismos deportivos”
También fue enfático en no tomar una decisión definitiva por dos razones:
“la
dudosa legalidad de una asamblea auto convocada y el hecho de que ésta se
excediera de sus funciones al tomar acuerdos respecto a puntos que no estaban incluidos
en el orden del día que motivó la asamblea extraordinaria”
Carrera se manifestó “respetuoso” de la decisión del máximo organismo
del Olimpismo Mundial, presentando de inmediato su renuncia al cargo para el
que, según sus declaraciones había sido elegido de manera legal y “anteponiendo
únicamente los intereses del Ecuador, del deporte nacional y de las justas
aspiraciones de los deportistas, como solución válida e inmediata de este
complicado problema”
Con tiempo suficiente para ratificar el apoyo de las federaciones que ya
se habían acostumbrado al nuevo gobierno que los apoyaba con tal de eliminar
cualquier vestigio “bucaramista”, en
noviembre de ese mismo año, 22 federaciones ecuatorianas por deporte eligieron,
en menos de media hora y por unanimidad, al Presidente del Comité Olímpico
Ecuatoriano que hasta hoy sigue al frente de la entidad.
En aquella época el deporte ecuatoriano seguía siendo manejado desde el
Ministerio de Educación Cultura y Deporte, que a su vez tenía un “Consejo
Nacional de Deportes” cuyo Secretario Ejecutivo era la voz deportiva del
Gobierno.
Luego se llamó Secretaría Nacional de Deportes, se nombraron Secretarios
de Deportes con “rango de Ministro”, hasta llegar a la oficialización de la
nueva entidad Ministerio de Deportes.
Pasaron muchos representantes gubernamentales y la historia era siempre
la misma: Amistad, risa, elogios y esperanza de ambas partes hasta que los
olímpicos reclamaban más dinero y los oficialistas exigían nuevos mecanismos.
Si llegaba o no llegaba el dinero, la forma en que llegaba o quién debía
repartirlo eran temas recurrentes que durante 12 años parecen no haber tenido
solución, ya que reformas y nuevas leyes iban y venían sin encontrar la
aceptación de Danilo Carrera, quien de inmediato mostraba la carta que ya le
había dado resultados en los 90: La suspensión internacional”.
Todos los gobiernos fueron claudicando en sus pretensiones cuando el
Jefe del Olimpismo sacaba su carta, y de esta manera el manejo de la “cosa olímpica”
en el Ecuador seguía siendo motivos de sonrisas para todas las federaciones,
que cada vez en menor número, eran nombradas por sus organismos dependientes ya
que lo hacía el organismo del cual dependían.
Hoy existen 46 federaciones ecuatorianas por deporte, y de acuerdo al
informe del economista Carrera, sólo 4 han podido ser nombradas por sus
asambleas ya que las 42 restantes han tenido en su historia ni clubes ni asociaciones
que puedan hacerlo, pese a que esa era la primera misión que el mismo COE le
ponía a cada una de las “directivas provisionales” que elegía por una y otra
vez aunque no cumplieran ese objetivo.
El poco pueblo ecuatoriano que se preocupa por este inconveniente hoy se
encuentra en una disyuntiva:
¿Llegó el momento en que el COE sacrifique su “intocabilidad” en
beneficio del verdadero desarrollo del deporte, o debe el gobierno renunciar a su
misión de fiscalización administrativa, financiera y deportiva con tal de que
el país no sea sancionado por el Olimpismo Mundial y convertirse en carne de cañón
del momento político del país?
Si analiza con detenimiento este escrito, notará que lamentablemente
todo tiene que ver con intervención.
La intervención de Bucaram contra Hernández, la de Carrera contra
Bucaram, la del Gobierno contra el COE, la del COE contra las Federaciones, la
de las Federaciones contra los deportistas… Y sigo contando.
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