CON COMENTARIO APLICADO A PRACTICA EN ECUADOR…detalles del escrito son de identidad colombiana.
1. Las “preguntas-comentario”. Insoportables. Las escuchamos a cada rato, sobre todo en las ruedas de prensa. El periodista deportivo, sin saber qué preguntar (porque no se preparó), termina escupiendo un comentario cualquiera, por lo general larguísimo y lleno de obviedades. Y el entrevistado, sin tener más que hacer, responde a la “pregunta-comentario” con muchas obviedades más. Increíble que después el periodismo se queje porque los personajes respondan con las mismas retahílas de siempre. ¡Pues claro! Si no los exigen con su pregunta, si no los obligan a cambiar sus respuestas de cajón, ¿qué esperan? En el periodismo, el que puede preguntar, puede hacerlo todo. Preguntar con síntesis, conocimiento y brevedad es la piedra angular del oficio. Por eso, para empuercar el espectro electromagnético con “preguntas-comentario”, es mejor guardar silencio.
4. Los lugares comunes. Falcao se recuperará el día que los medios dejen de titular los mismos lugares comunes pendejos de siempre, tipo “El tigre quiere volver a rugir”. Con tanta riqueza que tiene el castellano, y el periodista deportivo sigue ahogándose en clichés, plantillas y frases hechas que le quitan todo impacto a lo que informan. Entonces si Carlos Bacca hace un gol, el titular será “Bacca sagrada”, o si algún jugador es traspasado al exterior no faltará la ridiculez de que alista “una maleta llena de sueños”. Así como en el periodismo político cualquier corrupto o asesino es un “polémico empresario”, los despachos deportivos disparan una y otra vez, lugares tan comunes, repetitivos o mediocres como aquél de “Falla falló” cada vez que el tenista caleño pierde un partido, y destacan los triunfos de “Náironman” al fusionar con gran idiotez el nombre del ciclista con el del superhéroe. ¿Por qué la insistencia con estos lugares comunes? La falta de recursos lingüísticos, de vocabulario y de falta de lectura están detrás
6. Desconectar al deporte de la sociedad. Un periodista que no comprenda el valor cultural o político del fútbol y su influencia dentro de las sociedades modernas camina entre el desconocimiento y la arrogancia. Desconectar la aparición del narcotráfico en el fútbol colombiano durante los años 80 del posicionamiento del dinero de la cocaína dentro de la sociedad y la violencia que trajo consigo, puede ser visto como un acto ignorante, pero sobre todo insolente. En este vicio caen fundamentalmente los periodistas veteranos para no salirse de esa zona de confort que les produce quedarse en el análisis táctico o la reseña de un partido.
7. Informar con la camiseta puesta. Los periodistas deportivos, antes de serlo, fueron hinchas. Sólo así se explica que hayan decidido tomar dicho camino profesional. Entonces es normal que simpaticen por un equipo por encima de los demás. De hecho, muchos lo reconocen públicamente y está bien porque se quitan ese “peso” de encima. El problema comienza cuando son devorados por el hincha que tienen dentro y eso los convierte en generadores de juicios de valor, descalificadores y llenos de odio. En tiempos de paz, el llamado es a los periodistas que informan con la camiseta de su equipo puesta para que se desmovilicen de una vez por todas.
8. Ignorar los demás deportes. Hace unas décadas, el ciclismo y el boxeo eran los deportes más importantes en Colombia. Gracias a ídolos como Pambelé Colombia comenzó a figurar en el mapa mundial y debido a la Vuelta a Colombia, el país encontró un vehículo que unificó sus culturas, tan diferentes por los largos caminos montañosos que siempre han conspirado para generar regionalismos. Pero con la llegada del fútbol al mainstream de las agendas informativas, con su irrupción publicitaria y su poder mediático, en Colombia los demás deportes fueron confinados al olvido. Sólo con la aparición reciente de figuras como Nairo Quintana, Mariana Pajón o Catherine Ibargüen (o años atrás, Édgar Rentería, Juan Pablo Montoya o Camilo Villegas) ha sido posible visibilizar sus deportes entre unas audiencias que nunca han construido una verdadera cultura del deporte y por eso sólo hay interés sobre prácticas diferentes al fútbol cuando surge un ídolo en ellas. De ahí, se normalizó el hecho de que un periodista deportivo sólo sepa de fútbol, porque claro, los demás deportes “no venden”.
10. Creerse “periodista deportivo” y no periodista a secas. A pesar de que esta columna sugiera lo contrario, el periodismo es uno solo. Un periodista, más allá de su especialidad, es un periodista a secas y, como tal, debe estar en capacidad de sobrevivir más allá de su “conocimiento”, ya sea cubriendo un accidente de tránsito o una plenaria del Senado. El problema de los rótulos como el del “periodista deportivo”, es que son mal utilizados para legitimar esa flojera, esa comodidad en la que muchos se recuestan con el argumento pegado con babas de que “yo sólo cubro fútbol”. ¿Y el día que Computrabajo le lance sólo ofertas laborales en otros campos, qué? Vaya y trabaje, hermano, que el periodismo es uno solo.
POR
TOMADO DE shock.co
Alvaro Castellanos es un periodista y editor web colombiano, realizador de futbolenam.com y http://perdernoesganarunpoco.blogspot.com/
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