Confieso, y lo hago aplicando la mas soberana sinceridad que este disponible en el mercado, que hoy llegue al programa de la radio con sentimientos muy mareados, borrachos y aturdidos.
Lo primero que sentí fue que la mira de muchos estaba mas calibrada que otros días, ubicaban el objetivo y me disparaban una mirada con preguntas silenciosas.
Normal, sin drama y caminando pausado entre a la cabina, no había preparado programa, fui por ese día el ejemplo que siempre pongo cuando alguien que ha hecho medianamente televisión cree que ha tomado el mundo por asalto y todos quieren oírlo, que cualquier cosa que digas sera aplaudida e interesante, que llegar a la radio sera pan comido.
Caí en el fango, me deje alterar por el contenido de mensajes que llegaron al programa, los use como no se debe, no tenia material y debía improvisar.
Guayaquil había amanecido con los hechos ocurridos en TC Television, lugar en el cual he trabajado los últimos 16 años de mi vida, he sido responsable y rebelde en mi trabajo, pero siempre serio y respetuoso.
Cuando se me dio la posibilidad de trabajar en Diblu y desintoxicarme un poco de la pantalla, no lo dude, quería y debía hacerlo. Era la oportunidad de poder lanzar a las ondas de la frecuencia modulada todas esas historias, ideas, y compañía que consideraba serian un aporte para esa hora, creanme, hacia esto mas por mi, que por ustedes.
Es por eso, que cualquier síntoma de confusión y desorientacion que me golpearon esa mañana, tendrían un fuerte analgésico al ponerme a las ordenes de la 14.
Fuerte el ver a miles de compañeros con dudas del tamaño del Everest; llorando, rezando, gritando; gente buena de verdad, valiosa y que con el paso del tiempo veo y comparto con mayor intensidad que mi propia familia.
La verdad que ni se donde voy con esto, escribo por escribir, sin rumbo, solo dejo que el peso de mis dedos maltrate las teclas de mi ordenador.
Confirmo una vez mas, el poder sanador que tiene la Cabina 14 en mi.
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