Sometido a un exilio voluntario, aplicando mínimas apariciones, ejecutando lo que tenía o quería hacer mediante una llamada telefónica.
Cuando trato de visualizar a Jose Gabriel «Chino» Pérez en sus últimos cuatro años, solo puedo imaginar al coronel Kurtz de «Apocalipsis Ahora», ese personaje que interpretó Marlon Brando y como tomé la decisión de cariñosamente rebautizarlo. Ya no era el «chino, ahora, el me demandaba que le diga asi, Coronel Kurtz. Las últimas tres veces que lo vi, solicitaba con la misma pasión y euforia que dirigió y cambio las transmisiones de fútbol del Ecuador, que por favor solo lo llame como el personaje de aquella memorable película. Y es que había bajado la velocidad en los últimos años, no porque su máquina estaba vieja, sino porque simplemente así lo había decidido, estaba en espera, todos sabíamos que al menor descuido irrumpiría otra vez con esa especial energía atómica que parecía solo el poseer.
El Ecuador audiovisual, el Ecuador televisivo está cargado de historias, de pioneros, de gente valiente que aprendió a conocer el negocio. Algunos otros al conocerlo entraban muchas veces en la zona del mínimo esfuerzo, de hacer dinero invirtiendo lo básico, ofreciendo un producto esencial, no del más alto nivel, es ahí cuando aparece en la escena el «Chino» a cambiarlo todo.
Su rol histórico lo ubica en las transmisiones de fútbol, en cambiar la producción y ejecución de lo que se hacía para catapultarlo a la altura de una obra magistral en cada partido. A almacenar la pereza que tenían otros al momento de llevar mas maquinaria al estadio, a implementar jornadas de trabajo de 20 horas para luego llegar al hotel y seguir revisando cada detalle, no era solo una locomotora de trabajo, era un genio, un innovador, un osado que no tenía miedo de encarar a cualquier alto ejecutivo y conseguirlo todo, cual encantador de serpientes o cual don juan tenorio que seducía al gerente, de alguna forma, pero lo conseguía y ejecutaba.
Del otro lado estaba siempre un productor que se sentía derrotado, quien solo se quejaba y hablaba de derroches, que iba donde el gerente con quejas de lo que costaría una transmisión comandada por el «Chino»: «¿Para que meter 18 cámaras al estadio?, con ocho o a lo mucho diez es más que suficiente, se pueden dañar», «¿De verdad van a pagar el aquiler de un helicóptero para una toma de un minuto?, «No entiendo para qué gastar en satélites para salir todo un noticiero en vivo desde Alemania, que envíen sólo los reportajes», «¿¿¿Seis horas de satélite???…están locos, los va a quebrar»…puro sufrimiento mediocre de quienes no tuvieron los huevos de hacerlo y buscaban en la queja algún tipo de reconocimiento, pero era tarde, ya habían sido derrotados, goleados por el «Chino».
¿Saben cuantas veces escuche a altos ejecutivos o gerentes técnicos decir que era imposible viajar a otro país con un plato satelital?, se reían, se burlaban, era imposible decían…siguiente imagen, la gente del «Chino» ingresando al lobby de un aeropuerto en Guayaquil con todos estos fierros, ante la mirada incrédula de los personeros de la aerolínea, lograba llegar a la pista misma y terminaba dirigiendo el embarque de toda su parafernalia de transmisiones, así llegaba a cualquier país sudamericano y ofrecía lo mejor para el público ecuatoriano, sin miedo y con compromiso.
«Tenía miedo cada vez que me llamaba», cuenta Andrés Guschmer. En el 2003, en plena eliminatoria quedó claro eso, un joven Guschmer fue elegido para una tarea considerada imposible para casi todos…menos para el «Chino». Andrés saldría en vivo desde Asunción en la previa de Paraguay-Ecuador, luego de su última palabra al aire tomaba un avión a Montevideo (con escala en Buenos Aires), para salir en el entretiempo del partido que Uruguay jugaba en el Centenario, con los equipos volviendo a la cancha ya estaba camino a Carrasco para subirse a otro vuelo y llegar a tiempo a Buenos Aires para salir en vivo con el partido que jugaba Argentina ese día en su capital, todo en un mismo día, en un periodo de 16 horas que terminó con Andrés volviendo a Paraguay, asimilando que lo que acababa de hacer era histórico, futurista y que por algo había sido el elegido para la tarea. «Sentía miedo cada vez que me llamaba porque sabía que iba a ser una locura de ese tipo, pero me encantaba, cuanto ayudó a forjar mi carrera y solidificar la profesión», señalaba Andrés a pocas horas de la muerte de Pérez.
Y si quieren saber de perfeccionismos radicales tengo otra historia única, Medellín 2009, Ecuador perdió con Colombia 2-0, la transmisión fue sublime, en vivo desde cabina en el Atanasio, con informadores en cancha, fuera de estadio, audio de retorno perfecto, Luis Fernando Suárez de invitado; la obra era perfecta y el «Chino» seguía cada detalle con la precisión de un cirujano, al cerrar la señal, luego de cinco horas al aire de manera ininterrumpida, en la última imagen de la transmisión, no se puso un logo de su compañía, de su amada «Digital Plus»…apareció el tsunami Pérez, explotó, puteaba, lloraba, caminaba de un lado a otro, no entendía como podía haber pasado, dejó su equipaje botado en plena calle paralela al estadio, tomamos un taxi y lloró casi todo el camino de vuelta al aeropuerto, eso sí, le dijo al taxista que pare para comer algo y mientras prácticamente se comía una pierna de chancho entera y una pepsi de dos litros, seguía maldiciendo por lo ocurrido…ese era el chino, ese era el coronel Kurtz.
Su legado es descomunal, pregúntele a cualquier periodista televisivo y se lo dirán, con historias cargadas de cariño y de los capítulos tensos que podía generar también.
Se fue, dejó establecido un estándar claro de calidad y forma de transmitir fútbol, nos dejó a Álvaro Freire, nos dejó una actitud única, ejemplar y que cambió la forma de ver fútbol por TV de este país. Y más que seguro estoy que si lee esto desde donde esté, me miraría, me putearía y me dijera: «Señor Arcos, no escriba huevadas y vamos a trabajar, a buscar una entevista, salir en vivo desde Rio de Janeiro, pero con un entrevistado pepa, no con cualquier huevada, dale que mientras estés al aire yo te protejo»…
El chino murió en marzo 1 de 2018