Tenía 17 años cuando llegó a Ecuador, un viaje que llevaba un dosis decente de aventura, aprendizaje de nuevo idioma(no le fue bien en esa consigna) y jugar béisbol en un torneo en la cancha de la Kennedy que organizaba la federación ecuatoriana de este deportes bajo la dirección técnica del extinto Mike Spiers. Era el año 2002 y Steven Wright vivió algunas sucesos no tan deportivas que seguro se conocerán sólo si algún día publica un libro autobiográfico y considera que sus andanzas por Guayaquil tienen potencial para calificar en sus páginas.
Wright fue parte de un torneo con jugadores mayores, no se intimidó, tuvo momentos de nivel, dejó ver desde ya que la velocidad de su recta lo llevaría lejos, el tiempo no solo lo maduró, sino que le otorgó algunos insumos a su repertorio que no estaban previstos en el diseño de su carrera. Hoy es de los pocos nudilleros que quedan en el béisbol profesional.
Solo horas antes de que celebre con todos sus compañeros de equipo y familia en título obtenido con los medias rojas de Boston, Steven dedicó algunos minutos para recordar su paso por Ecuador