Para los que han sido amigos de la Cabina 14 durante años, seguramente, si buscan en sus archivos mentales, deben recordar los días en que el escritor Enrique Naula hacia el lanzamiento de su novela. El Milagro de Montes de Oca es una sincera sugerencia de novela fresca, simpática, supersticiosa y enóloga.
La visión de Naula ha sido llevada en mas de una oportunidad a la columna de invitados del Diaro El Universo.
Este lunes se publico una de ellas, en la cual describe de manera motivadora algunos de sus conceptos del Ecuador.
Aquí una dosis de esa gratificante mirada.
Ecuador es un país con dones únicos. La autenticidad es como la inocencia, existe hasta que se pruebe lo contrario. Este país es un carrusel de olores, colores y sabores. Sus mujeres son tan distintas como sus regiones. Ningún país se da el lujo de tener como hijas honorables a la mujer esmeraldeña de cuerpo escultural y sonrisa de acordeón, a la manaba de mirada frontal y astuta, a la costeña de cuerpo voluptuoso y rítmico caminar, a la quiteña de rostro fino y delicado, y a la cuencana con su tono melodioso al hablar, todas bajo el mismo techo.
La comida ecuatoriana es gloriosa. Nadie combina de forma tan natural y mágica el verde con el maní. La cazuela y el viche son la reina y el rey, respectivamente, de esta emblemática combinación. Nadie puede discutir la real soberanía de la guatita, ni lo inobjetablemente revolucionario del tigrillo que se atreve a combinar huevo con verde y chicharrón, ni menos aún cuestionar la altivez de la bandera que flamea con las combinaciones de platos que uno elija. El bolón merece un pedestal por su autoridad, su sola presencia puede intimidar a la inapetencia. La hayaca ecuatoriana debería tener un monumento propio, debería ser nuestro ícono gastronómico. Su sabor y presentación son dignas de ser protagonistas al comienzo de cualquier carta de menú del mundo. Este país goza de cervezas propias con un gusto deslumbrante, que deberían convertirse en la envidia de las más vendidas del mundo. Así mismo tenemos un agua mineral de fuente natural de fascinante personalidad, que la debería conocer todo el planeta. Somos la tierra del busetero que nos hace pública su seguridad viril cuando escribe en la parte posterior de su vehículo la frase patentable: “Sufres cuando me ves”.
O cuando él mismo se convierte en instructor del manual rápido de rebasarlo por la izquierda, cuando describe la infaltable instrucción: “Pite y pase”.
Ecuador es una tierra maravillosa, de costumbres y gente cautivante. Hay tantas cosas buenas que disfrutar mientras seguimos evolucionando como sociedad, que el proceso de erradicar lo malo va a ser un placer para nuestros sentidos.
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