Por
Ricardo Doylet
Una mañana de
junio en un importante Noticiero para la Comunidad, la reportera que informaba
desde la nueva Terminal Terrestre de Durán cometió, según mi modesta opinión, errores
lamentables que no hablan bien de la correcta labor periodística y que deberían
llevarnos a reflexionar:
Cuando le dieron paso para que comenzara
con su trabajo, abrió la nota periodística afirmando que los usuarios
encontraban muchos problemas en la nueva terminal, ya que la falta de
información y de personas que colaboren con los ciudadanos, hacía que el nuevo local
sea poco práctico. Se acercó a hacer entrevistas a algunos de los presentes y
al primero le preguntó algo así: ¿Tuvo muchas complicaciones en la nueva
terminal?, a lo que el usuario le dijo que sí tuvo algunos
inconvenientes para ubicarse pero que era normal ya que era nuevo y que no iba
a tener mucho problema.
La reportera, aparentemente
desilusionada por no haber podido encontrar una respuesta que le satisfaga en
su labor “informativa”, continuó su relato hablando de los múltiples
inconvenientes que habían para ubicar a las diferentes líneas de transporte y
los diferentes servicios que ahí podían encontrar, hasta que se encontró con
otro usuario al que le preguntó directamente: ¿Qué problemas tuvo usted para el
uso de esta nueva terminal?, a lo que el usuario le respondió con la misma
frontalidad: Ninguno.
Junto a este señor se encontraba
una usuaria que parecía que al fin podría darle a la reportera lo que estaba
buscando. De la misma manera se acercó a consultarle: ¿Usted qué problemas tuvo con
este nuevo servicio?… La señora, con una sonrisa que no le cabía en
la cara, le dijo: Ninguno niña. Todo está muy bonito.
Parece que esta fue la respuesta
que terminó de llenar el vaso de paciencia de la reportera que simplemente, con
cara y tono de decepción total, atinó a cerrar su informe asegurando que las
opiniones dentro de la terminal eran diversas, ya que así como habían usuarios
que estaban contentos, habían otros que expresaban las incomodidades tenidas.
Luego de ver esta actitud
periodística no pude hacer otra cosa que reflexionar:
La reportera estaba predispuesta
a informar sólo las cosas negativas por:
a.- ¿La costumbre de que lo
negativo vende más?
b.- ¿Por convicción propia de
llevar ese tipo de informaciones?
c.- ¿Tenía la disposición
superior de hacerlo de esa manera?
En cualquiera de estas opciones
la decisión es incorrecta y el producto final de mala calidad.
Los periodistas en muchos casos
hemos crecido profesionalmente con el concepto de que debemos “vender noticias”
para ser exitosos y hemos cometido un gran error si es que estamos hablando
de nuestra vocación.
La cada vez más competitiva
actividad periodística parece haber llevado a los dueños de los medios a una
corriente mucho más comercial, un poco alejada de la ética y definitivamente
menos profesional.
Los periodistas debemos tener
claro que nuestra misión no es “vender noticias” sino “servir a la comunidad” y
con esa mentalidad hacer nuestro trabajo.
La noticia y la opinión son para
servir a través del medio. Para servirnos o aprovecharnos del medio, debemos
utilizar otro tipo de géneros que nacieron para el entretenimiento, al final de
cuentas, la línea que diferencia estos objetivos no es ni tan delgada como para
no verla, ni tan ancha como para no cuidarla.
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